miércoles, 25 de enero de 2012

EL ALEMÁN COTILLA

Stefan se llama, y es alemán. Pensaba yo que lo de vigilar la puerta del vecino o husmear en su basura era una afición puramente española, pero va a ser algo mucho más internacional. Siempre he creído que el aburrimiento mezclado con el fanatismo es una combinación sumamente peligrosa. Este caso, aún sin víctimas mortales, es literalmente de juzgado de guardia.
El bueno de Stefan es alemán de nacimiento, y barcelonista de profesión. Su horario es reducido y flexible. No haberse criado en el más puro ambiente culé no le impide ser un bastión indestructible del sentimiento azulgrana. Sabe que su rápida integración se debe a su postrero amor al barsa, y esto le hace sentirse en deuda con todos los aficionados que le han acogido como a uno más. 
Suele ir al campo los domingos, y destroza su garganta insultando a rivales y árbitros. Los compañeros de alrededor se parten el culo con su fatal español, y aprenden alguna barbaridad en alemán, que después utilizan en su círculo y se descojonan. ¡¡Que simpático, Stefan¡¡ Es alemán, pero insulta como si fuera de aquí.
Y así, un día Stefan estaba viendo un Madrid-Barsa en el bar de abajo, ataviado con su camiseta, bufanda y gorro de arlequín. El kit completo. Envoltura de tarado, comprada en un puesto de feria. El partido estaba de su lado, pero se vivían fuertes lances. Y en esto, a Pepe se le fue la olla y piso a Messi en la mano.
- ¡¡Que hijo de puta, a ese tío había que denunciarlo¡¡ - vociferó uno de los presentes.
Y Stefan, altamente cuadriculado, como buen alemán, entendió entonces que era lo que debía hacer. Denunciarlo. Así que llamó a su abogado, otra vez.
- Venga, Stefan, ahora a quién. ¿A Pepe el del Madrid? Estás como una puta cabra. ¡Ah¡ ¿por adelantado? Venga lo que sea.
Y así, mirándose las puntas de los zapatos durante todo el camino, se dirige el abogado al juzgado de guardia a denunciar a Pepe por agresión leve.
- ¡¡Verás que bien¡¡ Otra más. Por culpa del teutón salgo por la tele. El descojono va a ser general.
Y dice el letrado que lo que quieren es que la justicia se pronuncie sobre si una agresión en un partido, sin la pelota en juego, debe o no ser competencia de la justicia ordinaria. Como si el sistema judicial no estuviera ya suficientemente enrevesado como para que se pierda el tiempo con estas mierdas.
Puestos a incordiar, Stefan, podías haber puesto la denuncia en un juzgado de guardia, en Alemania, que también se puede, y para el caso va a ser lo mismo. Pero es que allí, a lo mejor lo que te llevas es una ostia.
Y es que la situación podría ser ingobernable. Imaginemos por un momento:
Pepe se aproxima al lateral para realizar un saque de banda, en el Nou Camp. En los quince segundos que tarda en efectuar el saque se escuchan, al menos, las siguientes alabanzas:
- Pepe, cabrón, me cago en tu puta madre todos los días de mi vida.
- Pepe, si eres más feo no naces. Tienes la cara del revés.
- Pepe, eres el hijo de puta más grande que he visto en todos tus muertos.
- Pepe, tienes toda la cara del mejor amigo de tu padre.
Y esto, una gota en un mar de recordatorios familiares y cumplidos sobre su aspecto.
Tras el partido, Pepe con el vídeo bajo el brazo, se dirige a la comisaria para que identifiquen a todos los exaltados de la banda, a los que quiere denunciar por injurias y calumnias. Y ya tenemos la liada completa.
Así que le propongo a Stefan que vuelva por sus fueros germanos y se preocupe de sus asuntos, y cierre la mirilla de su puerta. Que compatibilice su profesión con otras actividades, de forma que reduzca su tiempo libre. Que de vez en cuando visite a sus familiares en Alemania, y no se apresure en volver. Que se de un largo paseo por Barcelona, y comprobará que no todo el mundo viste con botas de tacos. Que entienda que el fútbol es un espectáculo. Que se vaya un poco a la mierda.
Y es que, amigo Stefan, si no sabes que hacer, al menos no molestes. Wenn Sie nicht wissen, was zu tun ist, berühren Sie nicht die Kugeln.




1 comentario:

  1. En la ristra de alabanzas has olvidado la de:
    - Pepe, que tu mujer fuma!

    Por Manolo el Negro

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